martes, 17 de noviembre de 2009

Todo en venta

La verdad, esto de las nuevas tecnologías no es para todos. Tampoco lo de comunicarse con personas que no conoces, y que luego dices conocer. Yo comencé a utilizar una de esas redes sociales, y muy pronto me di cuenta de que la mayoría de mis amigos de la escuela, del grupo de la iglesia, y hasta vecinos estaban ahí también. Era muy agradable tener otra forma de contacto con ellos, pero yo no me quería quedar como todos. Nunca me ha gustado quedarme atrás o en la línea común, pero no se me ocurría qué podía hacer para figurarme de manera especial. Quería tener un contenido lo suficientemente atractivo para disparar mi número de amigos. Tenía que hacer algo al respecto.

Desperté un lunes, ya en vacaciones. El primer lunes de suspiros limpios sin desgarros en garganta, provocados por estrés y gritos a compañeros ineptos. Pude oler la esencia de cebolla y tomate mezclados con huevo y una pisca de pimienta. Bajé rápido de la cama y me dirigí a la cocina, mi madre no parecía de buen humor, disipando así el agradable aroma que antes podía percibir. Su saludo se basó en un grito, apoyado por un “¡Deshazte de la basura de tu cuarto! ¡No quiero ver más porquería en esta casa!” Perdí el interés de comer y así como llegué, me regresé a mi recámara. Me senté en la cama y observé cada artículo. Realmente tenía muchas cosas que ni siquiera recordaba que estaban ahí. Comencé por pasar todo lo que ya no necesitaba al suelo, en el centro. Eran libros, revistas, ropa, zapatos, accesorios femeninos, bolsas…tantas cosas que el bulto terminó enorme.

Volteé alrededor por si divisaba algo que se me había pasado, pero la computadora se robó toda mi atención. Empecé a sonreír poco a poco. Si alguien me hubiera visto pudo bien presenciar una magnífica escenificación de alguna película de suspenso. El momento preciso en donde se idea el acto perverso. Di saltos hacia mi mochila tratando de no arremeter en contra de la masa de artículos en el suelo. Saqué la cámara digital y comencé a tomar fotografías de cada objeto tirado, procurando obtener su mejor pose. Eran mis modelos, y dependía de mí que conocieran otros hogares. Al final obtuve como 47 fotografías, las pasé a la computadora en cuanto pude encontrar el cable entre el desorden.

Agrupé las fotos de acuerdo a su tipo de utilidad, y las comencé a subir a facebook. Era cada vez mayor la emoción de poder tener algo interesante qué mostrar en mi perfil. En verdad sentí que eso era para mí. Detallé las características de cada objeto, especifiqué un precio, y di ‘compartir’. No pasaron ni 3 minutos cuando varios amigos ya preguntaban por algunos libros y unos más por prendas de vestir. Durante la semana empecé a tener las primeras ventas, amigos que ya sabían mi dirección y acudían en busca de su tesoro encontrado.

Conforme pasaron los días personas desconocidas me fueron agregando como su ‘amiga’, averiguando siempre por objetos que les habían recomendado. Eran de mi ciudad, de escuelas donde tenía conocidos, visitantes cercanos entre los cuales me hice muy buena fama. Me deshice de más artículos que ya no necesitaba, pues con las ganancias hechas me compré lo que mi ego iba clamando. Mis padres notaban un mayor tráfico de compañeros en la casa, pero yo sólo podía decirles que era negocios, y que como mi madre había dicho, me estaba deshaciendo de la basura de mi cuarto.

Luego de dos semanas todo seguía siendo maravilloso. La única dificultad era que me estaba quedando sin mercancía. Hablé con mis padres, escudriñaron sus recámaras y me dieron todas aquellas cosas que ya no querían, mediante un acuerdo en donde ganarían la mitad del monto que mis amigos dieran por cada artículo. Realicé de nuevo los pasos necesarios y gracias a mensajes continuos muchos de mis ‘amigos’ se enteraron de la nueva temporada. Todo era muy variado, cosas de mi padre, de mi madre y de mi hermano mayor. Cualquiera podía encontrar lo que necesitara. Muchas personas que ya habían comprado antes, separaron lo que les gustaba de estas nuevas fotografías, y ponían día para efectuar el intercambio.

Todo estaba saliendo muy rápido. Nuestra basura era tesoro de alguien más. Supongo que los precios eran muy accesibles también. Apenas lo publicaba y se vendía.¡Todo estaba volando!

Era fin de semana y no tenía ganas de salir. Acomodar la siguiente venta, fotografiarla y mencionar sus características me dejó realmente exhausta. Me fui a recostar en lo que mis padres se alistaban para una cena de ex compañeros de universidad. De mi hermano no supe nada. Realmente nunca nadie sabe nada. Tocaron a la puerta y esperé que alguien más abriera, pero el llamado no cesaba. Seguramente mis padres ya habían salido y mi hermano estaría en casa de algún amigo jugando Xbox. Abrí la puerta con el cabello hecho remolinos. No tenía ganas de mirarme al espejo.

Tres hombres y una mujer preguntaron por mí, asentí con la cabeza. Sus palabras fueron muy precisas, estaban interesados en algunos artículos de mi perfil. Les comenté que se había estado manejando con citas, habiendo primero conversado conmigo por el mismo facebook.

Y en realidad, como lo dije antes, todo estaba volando. Todo estaba saliendo muy rápido. Me empujaron a un sillón y me custodiaba la mujer que tocó la puerta, manteniendo un cuchillo contra mi cuello. Los otros tres tomaban cuanto veían. Estando a la venta o no, lo tomaban.

Ella me platicó cuando fui al rancho de mis tíos, de cómo me había divertido con mis primos y de cómo me dolió que esa fuera la última vez que veía a mi abuela antes de que falleciera. Lloró por mí. Yo no podía hacer absolutamente nada. Luego mencionó varias fechas y se detuvo en el 23 de octubre, cantando una canción cuya letra yo había estado escribiendo en el estatus de mi perfil. Sacó de la bolsa de su pantalón un papel doblado en cuatro, con una sola mano, la que tenía libre sin el cuchillo, lo abrió. Me lo mostró sonriendo tiernamente. Era una foto donde salíamos mis amigas y yo bailando en una quinceañera. Me comentó que había elegido a un chico para mí, que según por lo que había visto nuestros gustos eran parecidos, y que si yo quería ella podía presentármelo.

Yo no sabía realmente qué pensar. Preferí no hacerlo, y seguí mirándola como se mira a un árbol desde una hamaca. Recuerdo haber sudado, porque me aconsejó no volver a comprar maquillaje de catálogos, que era mejor que aprovechara cuando iba a algún centro comercial de compras. “Y no olvides desmaquillarte antes de dormir, en las fotos que subes siempre sales muy bonita, pero luego se te corre todo, como ahora”, me dijo, como si fuéramos amigas de tiempo atrás.

No sé cuántas cosas más me contó de mí misma, porque no parecían mis historias, ni mis pasajes. No parecía mi vida en sus palabras, con su aliento de confianza extraña.

Dejé que siguiera hablando. Luego de tiempo, y digo tiempo pues no puedo especificar minutos ni horas, ellos habían elegido todo lo que les había gustado. Sabían perfectamente dónde estaba cada cosa, como si fuera su propia casa. Salieron, dos se subieron a una camioneta, otro quedó de pie junto al marco de la puerta. La mujer se fue separando poco a poco, cuidando que yo no tratara de gritar o escapar. Yo sólo podía mirarla. “Te veo más tarde, le enviaré un regalo a tu mascota. Quizá también visite tu granja antes de dormir”, me dijo. Cerró la puerta sin perderme de vista jamás.

De nuevo no sé de relojes. Continúo en el sillón de la misma forma en que ella me dejó. Creo que si me muevo, aún puede lastimarme su cuchillo.

BereniceBetancourt

3 comentarios:

  1. BERE!! :D Me gusto muchisimo, no pude dejar de leerlo hasta que lo termine, eres excelente! Quiero otra historia como esta rai nau!

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  2. oie exelente historia!, Y gracias por comentar mi blog :D, Felicidadez por la historia :D

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  3. El facebook es la locura... yo tengo mis reservas, quizás luego me anime a hablarte más del caso.
    De pronto: muy buen texto. Recibe saludos grandes del Caribe enchumbado en una vaguada constante.

    rey andújar
    amoricide.blogspot.com

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